sábado, 12 de julio de 2014

LOS SILENCIOS DE ESTELINDA I

Nunca os he hablado de Estelinda , mujer original  como las haya, a la que conocí en un hospital.
ya sabemos que en los hospitales, con el tiempo suficiente, se fraguan grandes relaciones, sino de amistad, de muchas noches de confidencias.
La primera vez nos vimos en la sala de espera de una consulta, ella esperaba resultados y yo, acompañando a mi padre, también. Estaba sola y bastante nerviosa a juzgar por cómo quedo el asa de su bolso cuando por fin la llamaron, al cabo de un rato de espera se presento un señor más o menos de su edad, se sentó a su lado, pero ella siguió sin pronunciar palabra aunque él, dos o tres veces le hizo alguna pregunta; nada, no dijo nada, respondió con algún gesto y siguió destrozando el bolso.
 mencionaron su nombre y con un gesto enérgico de la mano le indicó a su acompañante que no entrara a la consulta, ella tras tirar a la papelera parte del asa de su bolso, entró y cerró la puerta.
No tardó mucho en aparecer de nuevo y ya nos tocaba a nosotros, por eso no percibí bien su despedida, creo que nos saludó con la mano antes de marchar y se fue caminando unos pasos por delante de su acompañante, al que tampoco pareció dirigir la palabra.
Los resultados que recibimos unos y otros fueron muy parecidos y por eso antes de una semana estábamos de nuevo los tres en una sala de espera, esta vez una sala más solitaria y aséptica, con muchos cristales por todos lados; en esta ocasión esperábamos ya las sesiones de quimioterapia.





A mi no me iban a dejar pasar por lo que pedí a Estelinda que estuviera un poco pendiente de mi padre, ya que era muy mayor y estaba muy,muy asustado. Ella, lejos de contestar con alguna palabra de consuelo, pronunció dos o tres sonidos ininteligibles, como los de los bebés cuando quieren empezar a hablar. A mi me desconcertó un poco y lo achaqué de nuevo a la situación que nos mantenía allí. No estuvieron mucho tiempo dentro aunque a mi se me hizo eterno y cuando la puerta se abrió, ambos salían en silla de ruedas. Mi padre blanco como la nieve y Estelinda como si nada, escribiendo un anota que me entregó a la salida: " tu padre bien, nos veremos a menudo por lo que nos han dicho ahí dentro, quizás nos ingresen. Tu padre , un caballero". Recogí su nota y la leí mientras esperábamos una ambulancia, cuando llegó la suya, levantó la mano para despedirse y emitió otro de esos sonidos raros.
Ya en la ambulancia de vuelta a casa, le pregunté a mi padre que si era muda, él me contestó que muda no, que hablaba perfectamente, pero solo cuando quería hacerlo.


( esta historia continuará por expreso deseo de la protagonista a la que nunca olvidaré)

1 comentario:

  1. ¿qué estás esperando? ¡ sigue...!. Estoy impaciente por continuar leyendo esta historia.

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